Dinero es Dinero

Un cuento infantil para los traders impacientes

Los inversionistas y traders impacientes, es decir todos nosotros, nos encontraremos identificados en algún punto en la situación de esta breve historia:

Un cazador alguna vez inventó una nueva trampa con la cual atraparía conejos.

La trampa consistía en una gran jaula con una trampilla sostenida por un palo atado a una cuerda que él podía jalar desde un lugar en el cual se ocultaba para que no lo vieran los conejos.

La idea era que cuando tuviese suficientes conejos, jalaría la cuerda y la trampa se cerraría con los conejos que estuviesen adentro.

Normalmente sólo lograba atrapar uno que otro conejo con su trampa. Pero un día pasó algo increíble, la trampa se comenzó a llenar y en cierto punto había quince conejos acumulados dentro de la trampa aún abierta.

Era todo un récord, el cazador muy emocionado pensó que era su día de suerte y se dijo:

– Debo ser muy afortunado. Sólo esperaré a que entre un conejo más a la jaula y jalaré la cuerda.

Se quedó un rato esperando a que entrara el conejo número dieciséis, sólo necesitaba de un conejo más para regresar a casa como un verdadero campeón.

Mientras esperaba, tres conejos salieron corriendo de la trampa. Ahora sólo había doce conejos. El cazador se molestó consigo mismo por ser tan avaricioso, arrepintiéndose de no haber cerrado la trampa cuando tenía quince conejos.

De los tres conejos que habían salido, había dos que estaban rondando las cercanías de la trampa, el cazador se dijo ahora:

– Si esos dos conejos entran de nuevo a la trampa, la cierro y eso es todo.

Mientras seguía esperando a recuperar sus ganancias, un sonido espantó a los conejos, e hizo que salieran corriendo otros seis de la trampa.

El cazador estaba furioso porque antes tenía quince conejos y ahora tenía sólo seis.

Pensó entonces que ya no tenía nada que perder y que lo mejor era esperar a que de nuevo entraran más conejos a la trampa, seguramente más caerían con sólo un poco de paciencia.

Cuando terminó el día, regresó a casa sin ningún conejo. Todos terminaron saliendo poco a poco y él siguió pensando que sólo debía esperar un poco más para recuperarse.

¿Cómo afecta la avaricia al invertir?

La historia nos enseña que debemos controlar nuestras emociones al invertir (y al cazar), sobre todo si tienes en mente hacer algún trade, es decir intentar ganar dinero honestamente en poco tiempo con la compra-venta de instrumentos.

Debes aprender a tomar ganancias y vender cuando algo sale muy bien. El precio de las acciones se mueve en ocasiones por noticias de corto plazo y una buena, podría beneficiar nuestras acciones con una subida repentina de su precio.

Por ejemplo, si la compañía en la que tienes posición va a hacer alguna adquisición bien vista por el mercado o reportan ganancias que superan las expectativas de los analistas, puede que el precio suba de un día para el otro.

Normalmente no son sostenibles ese tipo de subidas que provocan patrones que en los gráficos de precios son conocidos como “flag-pole” que según la teoría pueden ser alcistas o bajistas, pero sin duda son buena oportunidad de llevar dinero a tu cuenta.

Si te encuentras con uno en tus inversiones, aprovéchalo, siéntete afortunado, jala el hilo de tu trampa y lleva a casa esas ganancias.

Lo mismo cuando inviertes en el largo plazo, si tu inversión comienza a subir de precio y popularidad, podría llegar el momento en que podría sobrevalorarse y podrías comenzar a plantearte el tomar ganancias sobre dicha inversión.

Con tomar ganancias no me refiero a vender todo, si no sólo deshacerte de una porción de tu posición ahora que está en números verdes.

Si bien el precio de la acción podría seguir subiendo luego de que tomaste ganancias, es mejor ser precavido y controlar el riesgo, no tienes nada de que arrepentirte si sales de una posición que todavía siguió subiendo en precio.

Este tipo de mentalidad enfocada en evitar riesgos, antes de buscar ganancias, será lo que te evitará muchos problemas que sí se les presentan a los inversionistas que no saben vender y que, como nuestro amigo el cazador, en algún momento tuvieron en su cuenta sendas ganancias que comenzaron a escapárseles de la mano, llegando incluso a convertirse en pérdidas mientras más esperas con ojos avariciosos a que suceda algo que está fuera de tu control.

Puede que entonces, cuando la gráfica de precios comienza a hacer lo contrario a lo que querías, llegue el momento en sólo quieres esperar un poco más para recuperarte, pero muchas el precio seguirá en contra de nosotros, nos sentiremos ansiosos e impacientes.

Es más, podrías vender para que como si alguien jugara en tu contra, el precio suba de nuevo, ja. Es la peor sensación, pero llega a suceder con ciertos instrumentos que juegan con nuestra paciencia.

Saber el punto en el que debes vender será un arte que dominarás con el tiempo y la experiencia, pero la impaciencia, meter emociones al momento de invertir y ser avaricioso en definitiva son la causa por la que muchos pierden dinero en la bolsa de valores.

Patrón tipo bandera. cuando vemos esos volúmenes de compra, gracias a un evento o noticia que desencadena esas subidas. No son siempre sostenibles, puede ser buen momento para asegurar ganancias vendiendo una porción, pero no saliendo totalmente de la posición

¿Cómo se cortan las pérdidas en acciones?

El inversor que comienza a notar que su portafolio cae sostenidamente. Si falla en cortar pérdidas o nunca lo hace, podría sufrir un efecto análogo a cavar una tumba tan profundo, que en algún punto ya no puedes salir del hoyo que cavaste.

Si tu acción pierde el 50% de su valor, lo que necesitas para recuperarte es que suba un 100% sobre el nuevo precio para que quedes a mano.

Este efecto matemático es lo que hace que sea mucho más complicado y tardado recuperarse, porque las acciones caen de precio mucho más rápido de lo que suben.

¿Qué tan a menudo vemos que una acción suba un 100% en poco tiempo? Pues no con mucha frecuencia.

Que una acción tenga perdidas rápidamente sucede por una razón, la acción tal vez no era tan sólida como lo pensamos y tal vez pase mucho, mucho tiempo para que se recupere, si es que alguna vez lo hace, por ejemplo, si invertimos en una compañía “disruptiva” que compramos justo en el momento en que estuvo muy sobrevalorada gracias a su popularidad.

Lo que a continuación sigue es muy difícil de hacer y digerir.

Si metiste, digamos $5,000 en comprar esas acciones, pero ahora tienes $2,500, tal vez conviene analizar si lo que ahora tenemos es una acción mala y débil que nos causó pérdidas.

Si tras meditarlo, ya con la mente fría sabemos y aceptamos que no fue la mejor elección de una acción, lo que sigue es cambiar nuestra historia y darnos cuenta de que, lo que tenemos no son $2,500 de una mala acción, si no $2,500 en efectivo que podemos reasignar en una compañía más sólida.

¿Qué será más probable que nos saque del hoyo?: ¿Invertir esos $2,500 en una buena compañía que nos ayude a recuperarnos? o ¿Esperar a que la mala compañía que nos causó pérdidas se recupere algún día para quedar a mano, si es que acaso se recupera? 

¿Qué sucederá más rápido?

Esa, es la verdadera pregunta.

Fallar en vender una acción podría afectar seriamente tus inversiones. Hace 20 años, INTEL fue una compañía que tocó máximos históricos, era el Apple de esa época, en popularidad. Tras la crisis de las ".com". Tardó 20 años en recuperarse. ¿Tienes ese grado de paciencia?

Lo anterior es difícil, requiere humildad de analizar fríamente cuando nos equivocamos y por lo difícil que es, lo normal es que el inversionista no haga nada y espere a que eventualmente sus acciones regresen al precio al que compraron.

A veces incluso, hasta podrían comprar más, lo que se le conoce como “buy the dip”, pero si se realiza sin un análisis de por medio como el que ya te recomendamos hacer y, sobre todo: sin entender ¿Por qué razón perdimos dinero en primer lugar? Podríamos cavar esa tumba aún más profundo.

No me preocupa mucho cuando el efecto de la caída es por causas externas a la compañía, como que un mercado bajista esté afectando a una compañía SÓLIDA, con ventajas competitivas y que, sobre todo; fue comprada cuando estaba sub valorada.

El verdadero problema sucede cuando la inversión se realizó en una compañía sobrevalorada con estados financieros débiles que, por añadidura, ha perdido la confianza del mercado.

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